y después a los suyos.
He grabado infinidad de voces,
he difundido la palabra de mucha gente.
He escrito y hablado sobre la historia
de pueblos enteros.
Nunca grabé la voz del hombre de mi vida
y de mi historia. No esparcí al mundo las historias
de mi viejo. Nunca entenderé que por no ser egoísta,
terminé posponiendo su protagonismo.
Ahora vivo anunciando a los vientos,
que escuchemos la palabra de la gente sabia,
de los viejos olvidados; yo tenía uno en casa,
compartimos la almohada y la mesa tantas veces.
Qué incoherencia, qué vergüenza la mía.
Si la memoria tuviera sonido hacia afuera.
Grabación de trío huasteco, al fondo, mi viejo, Don Eduardo Méndez Martínez + |
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