sábado, 8 de octubre de 2016

Los tiempos de siempre

Son tiempos de colorear las imagenes antiguas, de escuchar la corriente que lleva el río. De mirar por la rendija de los aprendizajes, por donde entra la luz del amanecer y volver a dibujar sobre las piedras. A saborear de nuevo los honguitos de la mañana, los jobos del verano y la noche que se come al día que termina. 

Son tiempos de volver a correr con mis pies descalzos hacia la montaña, hacia la milpa que me extraña, de sacarme las ampollas con el machete y el azadón. Tiempos de volver a llenar los tambos para los animales, de curar las heridas de mi perro y de rehacer la escena del almuerzo con mi padre y su taza de café. 

Son tiempos de volver a sentir las manos de mamá peinando mi cabello para llevarme al preescolar. De la llegada del abuelo montado a caballo y de arrear a la yegua cargada de leña seca, esos amaneceres brillantes de abril. 

Parece injusto vivir de recuerdos despintados, huele a soledad mirar la casa vacía, debería sentirme huérfano de ilusiones por tanta humillación a mi esperanza. Al revés de esto, he hecho el recuento de los daños y me encontré con el cajón que guarda todos los corazones que laten junto al mío. 

Tengo voces en la cabeza que me dictan cómo debo caminar aunque esté a oscuras, manos que me llevan de regreso al despertar de este mal sueño.
No es una opción tirarme al vacío, aunque camino sobre vidrios rotos... 

Reflexión en tiempos de mayo, en tiempos de sol brillante y de lluvias dadores de luz, calor y de serenidad. EMS-J23052013

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